Cuando Marta, una niña de cuatro años Síndrome Down llegó al centro no tenía apenas más que unas palabras poco inteligibles y gran dificultad para relacionarse con los otros debido, en gran parte, a esa falta de lenguaje. Una de las actuaciones por tanto, iba a ser dar respuesta a una necesidad básica, la comunicación. Como maestra especialista del lenguaje de este centro de Madrid, estuve presente desde el primer momento. Dedicaba tres sesiones a la semana a trabajar con el grupo de Marta. No disponíamos de mucho tiempo pero intentamos rentabilizarlo al máximo.
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