En el año 79 D. de C., súbitamente, el Vesubio sepultó una ciudad de provincias de la bahía de Nápoles llamada Pompeya. Gracias a ello, dieciocho siglos después, sabemos con gran precisión cómo era la vida cotidiana en tiempos del imperio romano. Una memoria recuperada en gran parte gracias al empeño de dos españoles: el Rey Carlos III y el ingeniero aragonés Roque Joaquín de Alcubierre.
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