En la moderna cultura de las apariencias, el vestido se definió como vitrina y escaparate de las crónicas cotidianas del siglo XVIII. La moda aristocrática procedente de las Cortes europeas transformaba la imagen de las capitales que, sobre todo a finales del Antiguo Régimen, se nutrían de la elocuencia textil de la exquisita Corte del Rey Sol. Con la subida al trono español de la dinastía borbónica, se consolidó un nuevo modelo estético representado por el Vestido a la Moda que, pasado a la historia como vestido a la francesa, vistió de ethos cortesano a la Villa de Madrid.
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