Este artículo examina, desde el punto de vista teórico, la posibilidad (o no) de encontrar un lugar en el campo literario para un hipotético género que denominar «teatro de viajes» y que sería el correlato en el otro modo de imitación del reconocido y pujante «relato de viajes ». La extrañeza que provoca la denominación del presunto género es síntoma de las poderosas resistencias modales que tal hipótesis suscita y que presentan un cariz paradójico. Tras sostener la vigencia de la teoría aristotélica de los dos modos de representación, se procede a confrontar cada uno de los rasgos de una definición tentativa del «relato de viajes» con su posible correlato teatral. En la parte empírica se pasa revista a una serie de obras que se han propuesto o se pueden proponer como ejemplos de una clase de textos (o espectáculos) que, aunque no reconocida como «género» por la institución literaria, pueda ostentar el nombre de «teatro de viajes».
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