El profesor de contabilidad debe enfrentar un desafío apasionante: evitar el riesgo, nada despreciable en este campo del saber, de repetir modelos inermes y rutinas imperecederas. El secreto consiste en mostrar a la contabilidad como un saber vivo. Algo que los contables solemos desechar como si fuéramos el personaje imaginado por Roger Waters para "The Wall"; ladrillo por ladrillo, vamos levantando una pared que separa a la contabilidad del mundo al que debería ayudar a comprender.Este trabajo se refiere, precisamente, a cada uno de esos ladrillos. Entre ellos, la utilización de modelos que suelen desconectarse de los sucesos que debieran servirle de sustento, el desconocimiento previo de los fenómenos a ser revelados por la contabilidad, el abordaje del proceso de enseñanza-aprendizaje de un modo exageradamente parcializado y la falta de referencias al lugar de la contabilidad en el mundo.También, contempla propuestas para romper esa pared.
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