Los intermediarios financieros juegan un papel activo en el desarrollo económico y social de los países, al tener la capacidad de seleccionar proyectos de inversión y consumo, gestionar riesgos y decidir quién accede al capital y qué actividades se financian. Su responsabilidad social en la lucha contra la pobreza, las desigualdades sociales y a favor del desarrollo sostenible es clave.
La industria financiera comienza a ser consciente de esa responsabilidad y de las repercusiones económicas que puede suponer eludirla. Su función económica ya no se limita sólo a intermediar flujos, gestionando adecuadamente riesgos financieros, sino que además gestiona otro tipo de riesgos éticos, sociales y medioambientales que pueden influir en sus resultados. También, esta industria tiene la oportunidad de ofrecer productos y servicios con mayor impacto social y medioambiental que, además de ser económicamente
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