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Resumen de Túnez o la golondrina de la primavera árabe

Bichara Khader

  • �Todos somos tunecinos� fue el grito inmediato de la calle árabe en Argelia, Egipto, Yemen, Marruecos, Libia� La paradoja es que la revolución de Túnez, el país más pequeño del Magreb, se ha extendido en una de las regiones menos integradas del mundo.

    Túnez está ya en �la mente� de todos los países árabes. Las manifestaciones en el norte de África y Oriente Próximo se multiplican desde enero, espontáneas, dirigidas con frecuencia por jóvenes. Los regímenes tratan de cortarlas de raíz. Hasta ahora algunas han sido contenidas e incluso reprimidas gracias a una policía aguerrida. Pero los gobiernos están acorralados y sienten que sus pueblos patalean de impaciencia y están al borde de la revolución. Para los regímenes autoritarios árabes, el sueño tunecino se ha convertido en una pesadilla. Por eso se han apresurado a soltar un poco de lastre bajo diversas formas: subvenciones para los productos de primera necesidad, bajada del precio del carburante, aumento de las pensiones y ayudas para construir viviendas.

    Pero el problema no se debe solo a la carestía de la vida: el mal es estructural. En parte está relacionado con la erosión del poder adquisitivo a causa de la inflación, pero, sobre todo, está relacionado con el cansancio general de la población árabe: más del 50 por cien tiene menos de 20 años, y sus gobiernos envejecidos y corruptos no solo han hecho añicos el sueño de �salvar Palestina�, sino que se han mostrado política y económicamente incapaces de alimentar a sus ciudadanos y ofrecerles un porvenir mejor. No es de extrañar que la bandera tunecina sea enarbolada por los manifestantes de todos los países árabes: algunos corean �todos somos tunecinos� o �Túnez es la solución� (Tunis hiya al-Hal). En cuanto a los intelectuales y a los defensores de los derechos humanos, ya no dudan en hablar de �paradigma tunecino�.

    ¿Pero es factible? Teóricamente sí, ya que muchos países árabes sufren los mismos males: carencia (de libertad y de empleo) y miedo (al control, a la represión, a la tortura, al exilio). Sin embargo, las cosas son más complejas, y las realidades diversas, lo que convierte la revolución tunecina, todavía en curso, en algo original y sui géneris.


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