Estamos en sistemas de democracias electorales, con minorías suficientes para gobernar. Lo cual es un avance por el que hemos luchado frente a los autoritarismos militares o monárquicos que vivimos en el siglo XX. Pero en las elecciones municipales, que legitiman este sistema, no votará un tercio de los censados, como viene ocurriendo más o menos en los 30 años de estos procesos. Otro tercio vota disperso en varias opciones, y en contra, por lo que el que gana suele tener un tercio de los posibles votantes, como mucho. Es decir, la mayoría de gobierno no suele contar con el respaldo de la mayoría de la población.
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