Durante los años previos a la crisis económica, el déficit exterior de nuestro país había alcanzado un nivel insostenible producto de la caída del ahorro y del aumento de la inversión nacional. Sin embargo, con la aparición de la crisis, y tras unos meses iniciales en los que el desequilibrio exterior mantuvo su tendencia de deterioro, se ha producido una brusca y acusada corrección del mismo que podríamos calificar como un verdadero proceso de «reversión en la cuenta corriente», explicado exclusivamente por el descenso de la inversión y con comportamientos totalmente opuestos del sector privado no financiero y de las Administraciones Públicas. No obstante, la economía española sigue registrando una necesidad de financiación elevada, tanto desde el punto de vista histórico como desde una perspectiva internacional.
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