Cuando en 1994 Nelson Mandela asumió el cargo de presidente del primer Gobierno democrático de Sudáfrica, se encontró con un país con profundos desequilibrios tanto económicos como sociales. Desde el primer momento y en los Gobiernos que le sucedieron, se ha tratado de romper con la herencia del régimen de apartheid vigente en Sudáfrica durante años y que dio lugar a un país dual en el que coexisten el primer y el tercer mundo. El difícil camino hacia la transformación económica y social emprendido en estos años, si bien no ha estado exento de momentos de tensión, se viene realizando en un contexto de importante estabilidad política.
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