En las últimas décadas, se ha programado la lectura de obras literarias completas en la escuela, con el objetivo prioritario de intentar paliar el descenso de la actividad lectora en la adolescencia. Así lo muestra la mayoría de los estudios sobre hábitos de lectura. Sin embargo, el enriquecimiento de estos hábitos no se basa solo en aumentar la cantidad de textos leídos. Atender a otras dimensiones de los hábitos lectores, como la capacidad de caracterizar los textos, puede optimizar el tiempo y el espacio dedicados a la lectura de obras literarias en las aulas. Este artículo muestra cómo se refiere el lector adolescente a los textos literarios que lee y cómo este análisis es útil para la gestión y organización de la lectura literaria en la escuela.
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