Barcelona es un destino turístico de reconocido valor internacional; su interés como plaza turística está sobradamente avalado por las cantidades de visitantes que anualmente recibe, y se puede afirmar que desde hace algunos años la marca y modelo de ciudad se ha convertido en un referente de primer orden a nivel internacional. Los méritos de su posicionamiento parecen indiscutibles, y no cabe duda que el fervor turístico que vive Barcelona se debe tanto al esfuerzo público y privado (local y extranjero) que ha apostado por su crecimiento, como a los propios valores y virtudes intrínsecas de la ciudad, que se presume carismática, única, especial. Efectivamente, en el transcurso de unos pocos años, la actividad turística ha logrado pertenecer de forma inexcusable a la vida de la ciudad, imbricando diversas facetas de su realidad y en buena medida comprometiendo parte de su desarrollo económico y social. Sin lugar a duda, Barcelona ha dejado de ser una ciudad con actividad turística y ha pasado a ser una ciudad decididamente turística.
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