Ander Izagirre, Daniel Burgui Iguzkiza (fot.)
Abigaíl Canaviri, de catorce años, entra todas las noches en las galerías del Cerro Rico de Potosí, una de las minas más detrioradas y peligrosas del mundo. Allí empuja vagonetas cargadas de rocas durante doce horas, a cambio de dos euros. Como ella, 13.000 niños bolivianos arrancan rocas, muelen el mineral, lo tratan con ácidos y lo acarrean sobre sus hombros.
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