En la década de los noventa, las relaciones de Moscú con las ex repúblicas soviéticas del Asia Central en parte se han enmarcado en la Comunidad de Estados Independientes (CEI). A su vez, cada una de estas repúblicas ha priorizado su agenda por unas rutas nacionales con un pasado común, abierto a ulteriores fuerzas centrífugas, aunque también a su entrecruce. En este contexto, el artículo hace un repaso de las relaciones de Moscú con estas repúblicas, así como de los factores compartidos en la nueva convivencia. Asimismo, presenta las fuerzas divergentes que acompañan dicho proceso e intenta entrever algunas salidas futuras. Por último, pretende dar una visión inteligible a partir del 11-S, fecha desde la cual esta zona pasa de estar en un segundo plano, a tener un cierto protagonismo global.
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