Hoy, el espectador está visto como consumidor, y se encuentra solo y desarmado frente a las películas, que vienen arropadas por millones en publicidad. Si pretendemos que las sociedades del mañana sigan preservando al cine como un arte capaz de hacernos reflexionar, es necesario que pensemos en cómo garantizar que los niños, ya desde la escuela, almacenen los conocimientos indispensables para entender y amar el cine.
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