La tradición republicana y la tradición liberal no aportan un marco de entendimiento entre culturas diversas. El diseño ético y político de la sociedad plural, capaz de acomodar el "collage" de culturas en el que vivimos, tiene que ser creado. Las concepciones morales más preponderantes, en este sentido, son el relativismo, el universalismo y el fundamentalismo. Todas estas posiciones poseen límites y posibilidades diferentes. El autor opta por defender un "modus vivendi" entre culturas que no acabe en la indiferencia o la condescendencia hacia el otro, el extranjero -inmigrante o refugiado-. El "modus vivendi" defendido debe superar la mera coexistencia entre culturas para adoptar un cosmopolitismo que exige sacrificios solidarios en beneficio de los que nos son culturalmente extraños. Este "modus vivendi" abierto a los otros puede favorecer un diálogo auténtico entre culturas a partir del reconocimiento de sus diversidades, no homologables o priorizables en diferente grado desde el "etnocentrismo" occidental.
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