Entre 1786 y 1834 los conventos veracruzanos se justificaban a partir de la �pública utilidad�, la del vecindario de una población, al cual aportaban los sacramentos, colaboraban en el mantenimiento del orden y del honor local. Tras la independencia, aparecen como nuevos argumentos la beneficencia y la educación. A finales del siglo XVIII eran considerados además benéficos al Estado, pues predicaban la obediencia al rey; mas ya entonces y sobre todo tras la independencia, comenzaron a ser considerados inútiles o incluso peligrosos para la �causa pública�. Empero, el intento de exclaustración de 1834 muestra que la cultura de la �pública utilidad� tradicional mantenía su vigencia.
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