María Amparo Pedregal Rodríguez
El cristianismo mantuvo siempre en el plano teórico, el rechazo inicial a las ataduras de la institución familiar, primero como condición indispensable para ser cristiano, y después para integrar la minoría de los perfectos cristianos. En este contexto, el ascetismo era una opción importante, de modo especial para las mujeres. Pero, paradójicamente, la Iglesia aprovechó sus vínculos para extenderse y afianzarse en una sociedad que consentía en arriesgar a sus mujeres en la nueva religión, con la seguridad de que, con ello, no peligraban, sino que se reafirmaban, sus estructuras patriarcales.
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