Escasez de agua no necesariamente significa pobreza, como se deduce de un análisis de áreas geográficas. Hay países relativamente ricos con escasos recursos hídricos y países pobres con abundancia de agua dulce. La sociedad humana desarrollada dispone de recursos científicos, técnicos, económicos, institucionales y políticos para adecuar la disponibilidad de agua a la demanda y viceversa, de un modo tendente a la sustentabilidad, siempre y cuando las actividades económicas se modifiquen convenientemente y esa sustentabilidad sea un objetivo social deseado y participado. El Archipiélago de Canarias está en la región árida sahariana, aunque con áreas de pluviosidad relativamente elevada en sus vertientes septentrionales afectadas por la circulación de los vientos alisios y masas atlánticas de aire húmedo. La escasez de agua es algo bien asumido e internalizado en muchas de las áreas insulares canarias, en especial tras la explosión demográfica del siglo XX. No por ello deja de ser una región europea de economía aceptable y notablemente rica relativa al entorno geográfico próximo. La consecución de agua dulce es el resultado acumulado de un gran esfuerzo económico e imaginativo secular, con matices diferentes en cada isla y en cada parte de una misma isla. Sin embargo subsisten o han aparecido graves disfunciones a causa de la rápida evolución, arraigo de actividades agrícolas no sustentables, debilidad institucional y escasa participación ciudadana en la política del agua a largo plazo, en un ambiente científico y técnico aún por consolidar. No obstante, los logros en captación de aguas subterráneas son espectaculares y el avance en desalinización y reutilización son muy notorios.
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