La filosofía en sentido histórico fue implantada en América Latina por España, que trajo al nuevo Continente la Segunda Escolástica. Por lo tanto, en América Latina se desarrolló una filosofía heterogénea a las culturas originales, que miraba hacia el pasado y que no tenía mayores contactos con la filosofía y la ciencia modernas. Entretanto la filosofía latinoamericana se ha hecho homogénea a las culturas latinoamericanas y no parece que existan obstáculos insuperables para pensar en español en América Latina (y España). De hecho, por ejemplo, la última filosofía iberoamericana del derecho tiene un lugar preeminente en la filosofía contemporánea.
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