La relación entre formación y calidad del empleo es uno de los ejes estratégicos para favorecer el crecimiento. Mejorar la inversión en educación y formación conlleva crecer más y mejor. España ha conseguido elevar sustancialmente el nivel educativo de la población, pero no lo suficiente, ya que todavía el diferencial en gasto educativo por habitante sigue siendo inferior a la media de la Unión Europea-25 y la tasa de fracaso escolar es el doble que la europea. Además, España padece un desajuste entre el sistema productivo y el educativo que se traduce en un despilfarro de formación y conocimiento de aquellos que, teniendo estudios superiores, están fuera del mercado laboral o trabajan en empleos que se encuentran por debajo de sus capacidades.
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