Durante el largo dominio autocrático de Antonio Guzmán Blanco sobre Venezuela (1870-1888), un nutrido conjunto de artistas locales y extranjeros producen, en o para dicho país, múltiples y heterogéneas obras escultóricas. Las más importantes son las referidas a la estatuaria pública monumental, surgidas de un activo plan proselitista del gobierno, interesado en glorificar a los héroes nacionales y enaltecer las gestas patrias de la Independencia y la Federación, con el propósito de fortalecer el �patriotismo� y crear la conciencia de una presunta �identidad nacional� en torno a los mismos ideales y símbolos patrios. Sin embargo, junto a esa �gran� producción escultórica, de índole heroica y monumental, se manifiesta tambien en la Venezuela del período analizado una abundante producción de escultura �menor�, más modesta e intima, que se explaya en los rubros del retrato, las imágenes religiosas, los monumentos funerarios y las esculturas decorativas en plazas públicas, edificios gubernamentales y residencias privadas.
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