Es evidente que en la actualidad, las imágenes visuales carecen de credibilidad, ni capacidad de interesar; mucho menos de sorprender. Y esto ocurre porque en la hipermodernidad y fascinación por las tecnologías de la sociedad en que vivimos importa más ¿el cómo se hizo¿ que el significado. Y así mostrando a las audiencias, sin vergüenza, todas las manipulaciones, los trucos, los engaños, han conseguido banalizar los significados.
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