Manuel Bartolomé, Álvaro Pérez Álvarez
Nicolas Sarkozy se instaló hace dos meses en el Elíseo decidido a pasar definitivamente la página de Mayo de 1968, una referencia emblemática en el calendario francés de las últimas décadas y un argumento que sigue alimentando idealismos y nostalgias entre muchos inconformistas de Occidente. Aquellas semanas de huelgas, pintadas, adoquines y enfrentamientos con la policía amenazaron seriamente la estabilidad y las instituciones del país, pero introdujeron además algunos conceptos y posibilidades que todavía hoy estimulan a bastantes movimientos y colectivos de izquierda. Ni siquiera es fácil resumir cuál fue el espíritu original de aquel mes que ha pasado a la historia con su nombre propio. A juicio del hoy presidente de la V República, Mayo del 68 contribuyó a imponer ¿el relativismo intelectual y moral en Francia en general y en la izquierda en particular¿. Y eso ¿asegura¿ se ha terminado.
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