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Hidratación en Cuidados Paliativos: cuándo, cómo, por qué

  • Autores: M.D. Puerta Ardiz, Eduardo Bruera
  • Localización: Medicina paliativa, ISSN 1134-248X, Vol. 14, Nº. 2, 2007, págs. 104-120
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Antecedentes: la gran mayoría de los pacientes en la fase terminal de su enfermedad experimenta una importante reducción de la ingesta oral antes de morir, debido a diferentes causas relacionadas con su cáncer o su tratamiento. La disminución de la ingesta es vivida por el paciente y su familia con cierta angustia debido a las características vitales que tienen la alimentación y la hidratación. Esta, entre otras razones, hacen del manejo de la deshidratación en estos pacientes un tema polémico incluso entre los profesionales dedicados a los cuidados paliativos.

      Objetivo: revisar la literatura científica en relación con la valoración del estado de hidratación de los pacientes con cáncer terminal, la toma de decisiones respecto a la rehidratación y la adecuada administración de fluidos en aquellos pacientes en los que una cuidadosa evaluación individualizada después de indicación.

      Material y método: una revisión narrativa de la literatura y utilizando la base de datos de Pubmed. Capítulos de libros sobre temas de medicina paliativa y onconología relacionados y los números anteriores de Medicina Paliativa. La revisión se realizó en los idiomas inglés y español. Se seleccionaron aquellos artículos en los que la deshidratación y/o la rehidratación se trataban de una manera relevante o aportaban algún dato significativo al tema.

      Resultados: para alcanzar una adecuada hidratación, el paciente terminal necesita menores cantidades de agua pero al mismo tiempo tiene un mayor riesgo de déficit de esta. El mantenimiento del balance de líquidos en estos pacientes, muchos de ellos ancianos, es complejo y confuso. Se necesitan más estudios que identifiquen mejor aquellos subgrupos de pacientes que pueden beneficiarse de la hidratación. Si se decide hidratar hay varias vías y se debería realizar un seguimiento de la deshidratación y de la retención de líquidos.

      Conclusión: los síntomas habitualmente relacionados con la deshidratación son difíciles de interpretar debido a que la enfermedad maligna en sí misma, su tratamiento o la presencia de infección pueden producir síntomas similares. Una adecuada valoración del estado de hidratación de la implicación de la deshidratación en el estado del paciente deberían preceder a la valoración de las ventajas o desventajas de hidratar, que debe incluir, también, los deseos del paciente y de su familia. En caso de duda, una breve prueba de hidratación podría ser adecuada. Si se decide la hidratación, existen diferentes métodos que permiten adaptarla a las situaciones de los pacientes. Si no se va a beneficiar de la hidratación sería recomendable que las medicaciones, como por ejemplo, los opioides, fueran disminuidas gradualmente para evitar su acumulación y toxicidad.


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