El núcleo del ejemplarismo moral de las virtudes reside en dios, sumo bien y virtud suprema. Las virtudes cardinales, iluminadas y rectificadas por las virtudes teológicas actúan dinámicamente en el hombre en su situación de "homo viator". Entre las virtudes buenaventurianas sobresale la caridad. El amor es la protocategoria moral de la cosmovisión seráfica. En torno a la caridad se organiza la vida moral cristiana. La impronta agustiniana ha permanecido viva y operante en la concepción ejemplarista del pecado. Las categorías positiva y negativa postulan una ética del corazón, una teología moral efectiva consecuencia del ejemplarismo buenaventuriano.
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