El presente artículo narra el nombramiento de don Fidel García Martínez como obispo de Hippo y Administrador Apostólico de la diócesis de Calahorra y La Calzada en 1921, su llegada a una diócesis que arrastraba una gran crisis desde la firma del Concordato de 1851, con motivo de la traslación de la silla episcopal de Calahorra a Logroño. Asimismo explica la relevancia del Prelado calagurritano que junto al cardenal Primado asumió la representación oficial de España en el Congreso Eucarístico de Chicago de 1926, siendo nombrado al año siguiente obispo residencial de la diócesis calagurritana
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