Las dos instituciones turísticas españolas que ocupan las primeras décadas del siglo hasta el estallido de la Guerra Civil fueron la Comisaría Regia de Turismo (1911-1928) y el Patronato Nacional de Turismo (1928-1936) este último con dos etapas cronológicas muy diferenciadas: el Patronato monárquico (1928-1931) y el republicano (1931-1936). Ambas protagonizaron los años del turismo de élite y excelencia de nuestra historia y, aún con todas sus limitaciones, debidas sobre todo a la falta de presupuesto y apoyos oficiales, fueron precursoras en un discurso turístico que sorprende por su modernidad (en tomo a los modelos turísticos y espacios) que en la actualidad tiende a recuperarse buscando esos años dorados. La Comisaría Regia de Turismo fue un organismo excesivamente personalista y dependiente del favor real que se especializó casi exclusivamente en el turismo cultural desatendiendo las necesidades reales de la industria turística. El Patronato Nacional de Turismo, sin embargo, representó un modelo profesional y competente de gestión turística que, desgraciadamente se vio sometido a presiones y vaivenes por los convulsos años políticos que le tocó vivir. Ambas administraciones, a pesar de sus notables diferencias, sí responden a una constante de la primera etapa de la historia del turismo español: la falta de presupuesto y compromiso gubernamental de un país que entendió demasiado tarde la importancia estructural del turismo como gran empresa nacional.
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