Este artículo plantea las relaciones entre la normativa sobre la familia y su patrimonio, la consolidación de una nueva nobleza urbana, antaño de orígenes sociales diversos, y su paralelo afianzamiento entre los cargos de gobierno. La exclusión patrimonial y el control paterno, caracterizan la legislación de la época, que resultan determinantes en numerosas trayectorias de ennoblecimiento y que acotarán la toma decisiones en el seno de la familia. Pero el control del patrimonio por parte de un heredero único, y por ello su posición de poder en aquella escasamente distinguible esfera de lo privado, no quedaría limitada a la misma: la herencia no dispersa, constituía garantía de competencia matrimonial y, por ende, garantía de negociación de lazos familiares que resultarían fundamentales en la otra esfera donde la nueva nobleza urbana apuntaba, la de los cargos públicos. (A.)
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