Dos palabras podrían englobar la política religiosa que caracterizó al periodo de más de dos siglos que supuso el Imperio Aqueménida: tolerancia y utilización partidista. Dentro de lo que parece haber sido una línea programática, los reyes aqueménidas tuvieron una actitud inicial de aceptación de todas las prácticas religiosas que se fueron encontrando a lo largo de sus conquistas territoriales. El panorama religioso del Imperio Aqueménida se encuentra definido en torno a un politeísmo generalizado, en relación directa con el carácter heterogéneo de sus poblaciones y con independencia de la existencia de una religión oficial. La razón y el interés político ocupan, pues, un papel central a la hora de comprender las razones por las cuales no se actuó de forma contundente contra las prácticas rituales de los pueblos que eran sometidos.
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