Históricamente, el Mediterráneo ha sido una zona de antagonismos y de conflictos, una zona tanto de creación como de destrucción en la que, desde siempre, se han mezclado razas, religiones y culturas. Remitificar el Mediterráneo no significa tan sólo elegir los elementos positivos, sino también descubrir las raíces de las diversas civilizaciones, poniendo de relieve los potenciales inhibidos o rechazados a lo largo de la historia y regenerándolos para que de este modo el Mediterráneo se convierta en nuestra madre.
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