Los países en desarrollo deberían estar en el centro de atención de los estudios económicos. Existe un estrecho vínculo que se retroalimenta entre el crecimiento económico y el desarrollo humano (según el concepto del PNUD) que necesariamente ha de ser considerado en la puesta en marcha de políticas de crecimiento, principalmente mediante mecanismos redistributivos en las áreas de salud y educación. El sobreendeudamiento externo en los países de ingreso bajo dificulta seriamente las oportunidades tanto de crecimiento como de desarrolle a medio y largo plazo y suele ser causa de una sobreexplotación de los recursos naturales disponibles y de una falta de aprovechamiento de las capacidades humanas locales. En consenso internacional sobre la necesidad de reducir sustancialmente la deuda externa de los países pobres para posibilitar mejoras tanto en términos de crecimiento como de desarrollo se ha venido construyendo a lo largo de los últimos años, incluyendo a los actores más defensores de la ortodoxia liberal como la OCDE y el FMI, y los primeros pasos en esa dirección se tomaron en la reciente cumbre del 07 celebrada en Colonia el mes de junio. La sociedad civil internacional está asumiendo un papel relevante en la presión para un proceso transparente que garantice que los recursos liberados del pago de la deuda se dirijan a estrategias focalizadas en el desarrollo humano y la reducción de la pobreza.
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