Resumen de Máscara y materia
El material es máscara y materia. Al rechazar la figuración historicista del eclecticismo finisecular como una forma fingida de estirpe escenográfica, la modernidad otorgó una dimensión ética a la verdad estética del material desnudo, por más que muchas veces emboscado en la ficción abstracta de la blancura clínica o la transparencia metafórica. La atención a la realidad honesta y humilde de la materia debía servir como medicina o purga tras los empachos formales de la bulimia representativa, y la subordinación a la lógica impecable de la técnica podía suministrar un hilo conductor en la madeja enmarañada de los estilos arbitrarios o las modas caprichosas. Sin embargo, el material es también revestimiento y envoltura, piel por lo tanto además de músculo o de hueso, y máscara incluso si se entiende como protección o velamiento de la identidad testaruda de la construcción esencial: así lo presentan muchos proyectos actuales, que traducen materia en apariencia.
Tectónico y táctil, el material se arma y articula con la exigencia resistente de su naturaleza singular, pero también se asienta o apareja, se vierte o remacha hasta formar conjuntos donde su grave solidez hace notar el peso propio y la propia capacidad portante con énfasis atlético y fatiga visual. Al mismo tiempo, y en los mismos términos, la materia estructural que sostiene y protege expone su textura con seducción táctil, ofreciendo a la mirada superficies tensas o abruptas que se saben frías o tibias al contacto, lisas o rugosas a la yema de los dedos, duras o mullidas al apoyo de la palma o la planta. Esa experiencia visual del brillo o el color que se resuelve en tacto, y que los sentidos excitados extienden al gusto y al olor de igual manera que al sonido del roce o el impacto, es el fundamento sensual de la estética de la materia, un movimiento no declarado, ayuno de portavoces o manifiestos, que impregna con su sensibilidad plácida y unánime la arquitectura última.
Secuestrados por la fascinación hedonista del arte epitelial, nuestros contemporáneos abordan la exploración de los materiales de la arquitectura con el espíritu experimental de la investigación estética, la impaciencia urgente de la sensación y la búsqueda obstinada de la novedad. Aquí esa búsqueda ha querido orquestarse en cinco movimientos que corresponden a otras tantas familias materiales ¿el hormigón, el vidrio, el metal, la madera y la cerámica¿, cuyas denominaciones compactas y comunes no dejan adivinar la variedad infinita de sus géneros y especies, y cuyos ecos de naturaleza y convención equívocamente ocultan la extrema sofisticación artificiosa de los procesos de elaboración de los productos, que apenas recuerdan ya sus orígenes artesanos o vernáculos. Los cinco materiales se ilustran en cubierta, y el collage de la fachada se perfora para evocar la transparencia vítrea y rendir un homenaje centenario a un maestro de la simulación y de la máscara
