Tradicionalmente las ciencias sociales han sido consideradas como unas "asignaturas de memoria". Y no es extraño puesto que en su aprendizaje ha primado la retención rutinaria y poco significativa de los contenidos. Desde la visión constructivista se predica que aprender es comprender, y como reacción al memorismo se produce un descrédito de la memoria. El resultado es que los contenidos factuales de fechas, datos, nombres, lugares, acontecimientos, etc., tan frecuentes en estas disciplinas, se han visto relegados a una mínima expresión que tergiversa la calidad de los aprendizajes y contenidos disciplinares, y se mantiene una concepción muy errónea del papel de la memoria en el proceso de aprendizaje.
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