Las guerras son una fuente de traumas psicológicos tanto para los combatientes como para la población civil. La feroz represión impuesta a los perdedores de la Guerra Civil no sólo impidió toda posibilidad de superación de los traumas de guerra sino que añadió una carga abusiva de sufrimiento. La política de terror y silencio impuesta durante la dictadura creó el escenario capaz de generar una verdadera epidemia de estrés postraumático. En este trabajo se revisan y exponen las condiciones sociales y políticas que propiciaron dicha condición al tiempo que pretendían borrar la memoria herida de las víctimas.
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