La fenomenología responsiva procede, de una parte, de una experiencia de lo extraño, que en su "ausencia encarnada" se resiste a toda apropiación, y, de otra, de un responder, que no se limita a llenar simplemente lagunas de saber, sino que acepta las pretensiones y ofrecimientos extraños. Pretensión tiene aquí el doble sentido de llamamiento y exigencia. Dado que el responder concierne, no sólo al habla, sino también a la acción y a la conducta sensorial, la responsividad posee un alcance semejante a la intencionalidad y a la regularidad, con las que entra en competencia. Una apropiada lógica de la respuesta comprende momentos tales como la singularidad del acontecer de la respuesta, la ineludibilidad del tener-que-responder, la posterioridad (après-coup) de la respuesta y la asimetría entre pretensión y respuesta.
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