En los primeros años del siglo XVIII la ciudad de Murcia mantenía en pie trece puertas de sus recintos defensivos medievales. Entre 1712 y 1737 fueron derribadas diez: el resto cayó a lo largo del siglo XIX. Las demoliciones fueron promovidas por la iniciativa privada y municipal casi al cincuenta por ciento. Los principales motivos alegados para la destrucción de los ingresos fueron: ensanchar calles, mejorar la fluidez del tráfico y eliminar edificios ruinosos.
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