El último tercio del siglo XX ha supuesto un tiempo de crisis para la vida religiosa: no sólo en lo que respecta al número de creyentes que optan por este estilo de vida, que ha disminuido drásticamente -al menos en los países desarrollados-, sino también en cuanto a su identidad, esencia y función en el marco de una Eclesiología renovada, la posterior al Concilio Vaticano II. ¿Tiene futuro ¿Qué ha de esperar el Pueblo de Dios de los religiosos? El autor de este artículo nos da pistas para pensar acerca de estas preguntas.
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