El mundo encara el agotamiento progresivo de sus recursos energéticos basados mayoritariamente en combustibles no renovables.
Al mismo tiempo, el consumo de energía aumenta a ritmos cada vez más crecientes.
De otro lado, el consumo global de combustibles genera enormes cantidades de gases contaminantes que son liberados a la atmósfera.
Este tipo de contaminación ha causado cambios en el clima del planeta, por lo que se ha convertido en una de las problemáticas que más preocupan a los gobiernos, las ONG¿s, las comunidades y la opinión pública en general (FNB, 2004). La única forma de encarar esta problemática es mediante recursos energéticos renovables. Para ello, la biotecnología ofrece múltiples alternativas tecnológicas.
Una solución renovable es el uso de energía solar en forma de biomasa, la cual está representada en los materiales lignocelulósicos y los cultivos de plantas ricas en energía.
Las emisiones de CO2 generadas por la producción y uso de biocombustibles son compensadas por la absorción de CO2 durante el crecimiento de las plantas y de otros materiales vegetales, a partir de los cuales dichos combustibles se producen. Cannell (2003) destaca que una hectárea de cultivos ricos en energía usada para la producción de biocombustibles líquidos (bioetanol, biodiesel) puede evitar la emisión de 0,2-2,0 ton de carbono a la atmósfera en comparación con el empleo de combustibles fósiles.Para un país como los EEUU, la producción masiva de biocombustibles representaría el ¿regreso¿ de dinero y puestos de trabajo a la economía, sin mencionar que el desarrollo de cultivos energéticos implicaría un impulso al sector rural (Sheehan y Himmel, 1999). Este argumento es aún más válido para la mayoría de los países latinoamericanos, considerando la perspectiva de una reducción de las reservas comprobadas de petróleo en un plazo de 5- 10 años. Una parte importante del PIB de cada país tendría que destinarse a la compra de petróleo cuya perspectiva de precios es muy incierta, a lo que hay que agregar la feroz competencia que encaran los productos agrícolas de los países latinoamericanos frente a los enormes subsidios destinados al sector primario por los países desarrollados.
Por ello es de importancia estratégica la diversificación de la agricultura a través de cultivos ricos en energía (caña de azúcar, palma africana, sorgo, yuca, entre otros).
El biocombustible más importante es el alcohol carburante (etanol, EtOH), el cual puede ser utilizado como oxigenante de la gasolina, elevando su contenido en O2, lo que permite una mayor combustión de la misma disminuyendo las emisiones contaminantes de hidrocarburos no oxidados completamente. El EtOH se obtiene a partir de la caña de azúcar en países tropicales como Brasil e India. En algunos países europeos como Francia se utilizan melazas de remolacha azucarera. La materia prima principal para la obtención de EtOH en los EEUU es el almidón (Madson y Monceaux, 1995). Se considera que la denominada biomasa lignocelulósica, que incluye residuos agrícolas, forestales y sólidos urbanos, así como residuos agroindustriales, de la industria de alimentos y de otras industrias, comprende aproximadamente el 50% de la biomasa en el mundo (Claassen et al., 1999). Esta biomasa es un recurso que puede ser procesado de diferentes formas para la obtención de una gran variedad de productos además del EtOH como gas de síntesis, metanol, hidrógeno y electricidad (Chum y Overend, 2001).
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