Los acontecimientos violentos ocurridos en Francia están motivados por un malestar social que se ha cocido en el caldo de la exclusión social. Los analistas coinciden en que los jóvenes que se han lanzado a incendiar coches e instalaciones escolares, asistenciales y deportivas son personas marginadas y sin horizontes, excluidos del empleo, de la vivienda, del acceso al consumo y sin visibilidad social. Con sus acciones han conseguido hacerse visibles y poner encima de la mesa los riesgos de un modelo de sociedad en la que el Estado abandona las políticas sociales, dejándose llevar por el empuje neoliberal.
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