Existe una distancia entre la realidad de la violencia que se ejerce contra las mujeres y aquello que realmente percibe la sociedad. Esa distancia hace que los logros sociales que se van produciendo no tengan los efectos objetivos que deberían tener, porque se siguen manteniendo patrones de conducta y valores culturales y sociales que perpetúan la desigualdad entre los sexos, causa intrínseca de la violencia de género.
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