Epidemiología. Si bien las etiologías más frecuentes son las enfermedades oncológicas, existe una gran variedad de entidades que pueden causar derrame pericárdico y exponer al paciente a una situación crítica como es el TP. Dentro de ellas se encuentran la pericarditis urémica, idiopática; el hemopericardio ya sea de origen traumático como postoperatorio asociado a pacientes anticoagulados; enfermedades autoinmunes e infecciosas.
Fisiopatogenia. Tras la acumulación de líquido en el espacio pericárdico se produce una alteración de las presiones intracardíacas que es compensada en primera instancia por la distensión pericárdica y la presión de llenado ventricular. Una vez sobrepasado el volumen de reserva pericárdico la descompensación hemodinámica sin tratamiento conduce al colapso de las cavidades cardíacas.
Manifestaciones clínicas típicas y variantes. La presencia y gravedad de las manifestaciones clínicas depende de la velocidad de acumulación del líquido. En su mayoría se trata de signos y síntomas inespecíficos tales como la disnea, taquipnea, taquicardia, hipotensión arterial, pulso paradójico, ingurgitación yugular, etc. Existen además ciertas variantes de presentación como el TP de baja presión, hipertensivo, regional y el asociado a infarto de ventrículo derecho.
Algoritmo diagnóstico-terapéutico: niveles de evidencia e indicaciones. Para la confirmación del TP y la detección de causas subyacentes contamos con una serie de pruebas útiles como el electrocardiograma, radiografía de tórax, ecocardiografía-doppler, tomografía computarizada, resonancia magnética y cateterismo cardíaco.
Tratamiento. Los pacientes que presentan TP clínico crítico deben ser sometidos a drenaje pericárdico urgente con un nivel de recomendación clase I. La elección entre drenaje quirúrgico o percutáneo varía en cada centro, dependiendo de la habilidad y disponibilidad del equipo médico. En el 60%-70% de los casos la pericardiocentesis resuelve el cuadro.
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