Las guerras expansionistas de la Antigüedad -como las de cualquier época- fueron llevadas a cabo por ejércitos singulares que exigieron un especial esfuerzo financiero a sus respectivos estados. Los costes de movilización y mantenimiento inicial se soportaban con la esperanza de obtener la victoria y los rendimientos económicos del enemigo. A veces, para ser utilizados como recurso financiero en una nueva guerra. Este es el caso. Pretendo demostrar aquí, que la campaña militar iniciada por Aníbal contra Roma, estuvo basada financieramente en la seguridad otorgada por los recursos de las explotaciones mineras de España -que los Bárquidas habían ocupado y apropiado- y el resultado favorable del balance de las previsiones de guerra, obteniendo y comparando los costes militares y los ingresos por rendimientos mineros.
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