Un poema épico, de expresión fundamentalmente masculina y militar, como la Ilíada, sitúa la noción de gloria entre los principios sólidos que alimentan el ánimo guerrero y que estimulan la valentía al servicio de su propia salvación y la de los suyos. Alcanzarla exige esfuerzo y solidaridad, y, al mismo tiempo, produce enormes compensaciones; por la gloria, el ser humano conquista la consideración de quienes lo rodean y, sobre todo, es así como sobrepasa su propia transitoriedad. Es éste el premio supremo que la Ilíada presagia para la excelencia de sus héroes.
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