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El tiempo de trabajo en los países industrializados: Convergencias y divergencias

  • Autores: François Michon
  • Localización: Economía y sociología del trabajo, ISSN 0214-6029, Nº 15-16, 1992 (Ejemplar dedicado a: Reordenación y reducción del tiempo de trabajo), págs. 105-117
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • En el presente artículo se intenta precisar las convergencias y los contrastes más importantes que unen o separan a los principales países industrializados (Europa comunitaria, países escandinavos, América del Norte, Australia, Japón). Tras señalar los principales limites de la comparación estadística de los tiempos de trabajo a escala internacional, se muestra que los tiempos de trabajo parecen converger, aunque se observan notables excepcionas y evoluciones en los últimos años, sin duda bajo el efecto de la internacionalización creciente de las economías nacionales. En cambio, los modos de organización de los tiempos de trabajo, y en particular las opciones en mataría de flexibilidad, parecen muy sensibles a afectos sociales íntimamente relacionados con los procedimientos nacionales de regulación del tiempo de trabajo y con los modos de organización de las relacionas laborales y de la negociación colectiva.

      Las primeras reglamentaciones del trabajo se establecieron a principios del siglo XIX en Inglaterra, y posteriormente en Francia. Se referían al tiempo de trabajo: limitaciones de la jornada diaria del trabajo de los niños, prohibición del trabajo nocturno de las mujeres, etc. Desde entonces, las reglamentaciones se han difundido, reforzado y diversificado y han establecido verdaderas normas, en particular sobre el tiempo de trabajo.

      En la mayoría de los países industrializados, estas normas se refieren hoy a una jornada laboral próxima a las 40 horas semanales en caso de empleo a tiempo completo, una jornada semanal de lunes a viernes, y un conjunto de disposiciones relativas a las compensaciones, limites y procedimientos aplicables a las desviaciones respecto de ese valor estándar. Bajo la égida de la Oficina Internacional del Trabajo se han establecido ciertas normas formales: 8 horas diarias, 48 horas semanales con la perspectiva de llegar a las 40, descanso semanal mínimo de 24 horas consecutivas para cada período de 7 días. Sin embargo, estas normas no siempre son aceptadas, ni siquiera en los países más industrializados. En particular, Estados Unidos y Japón no son signatarios de ninguno de los convenios de la OIT en materia de tiempo de trabajo.

      Por otra parte, la forma de abordar las cuestiones relativas al tiempo de trabajo ha variado considerablemente desde hace unos cuarenta años en los países industrializados. En las décadas de los 50 y los 60, los debates importantes se referían a la flexibilidad del tiempo de trabajo. Las preocupaciones eran sin embargo, muy distintas de las actuales. Lo que se pretendía era mejorar las condiciones de trabajo desarrollando sistemas de jornadas variables individualizadas, más ajustadas a las obligaciones y los deseos de cada uno. Al proponer puestos de trabajo más atractivos, se esperaba reducir la escasez de mano de obra. En la década de los 71, el crecimiento del desempleo hizo olvidar la mejora de las condicionas de trabajo. El reparto del trabajo, es decir la reducción del tiempo de trabajo para tratar de luchar contra el desempleo, fue la gran preocupación de los primeros años de la crisis. En la década de los 80, el tema del reparto del trabajo se olvidó y volvió al primer plano el de la flexibilidad del tiempo de trabajo, aunque con una perspectiva muy diferente. No se pretendía tanto mejorar las condiciones de trabajo como reorganizar las actividades para mejorar la productividad y la competitividad de las empresas y de las economías nacionales.

      Hoy, se observa una gran diversidad de situaciones, cuando no grandes contrastes. Por una parte, la cuestión del tiempo de trabajo no se debate ya realmente en algunos países, tras un largo período de intensa discusión. En cambio, en otros sigue en primer plano. Por lo demás, aun cuando los sindicatos han reivindicado la reducción del tiempo de trabajo para luchar contra el desempleo y las respuestas patronales han buscado siempre una mayor flexibilidad, los compromisos alcanzados han reducido y flexibilizado el tiempo de trabajo en distintas formas y en distinta medida. Por supuesto, la situación económica específica de cada uno de los países explica en gran parte esa heterogeneidad; pero también influyen el marco institucional regulador de las cuestiones del tiempo de trabajo y el propio sistema de relaciones laborales Y de negociación colectiva, que es el principal productor de esas reglamentaciones. Insistiremos aquí en ese último factor. ¿A qué llamamos jornada y/o tiempo de trabajo? ¿Cuáles son sus indicadoras pertinentes? El carácter multidimensional del tiempo de trabajo determina en buena parte las dificultades de la comparación internacional de los datos, y es preciso hacer hincapié en él. Ante todo, hay que precisar las definiciones y medidas del objeto de nuestro análisis.


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