Resumen de Reducción del tiempo de trabajo y flexibilidad del empleo en Bélgica
El compromiso social de la posguerra se basa en una política conjunta de aumentos de los salarios y de la productividad.
Progresivamente, en el marco de un sistema de relaciones industriales muy institucionalizado se lleva a cabo el paso de la semana de 48 horas a la de 45 y de 40 horas, así como el incremento de las vacaciones anuales.
Paradójicamente, a mediados de los años setenta, con el aumento del paro, en el preciso momento en el que la cuestión del tiempo de trabajo ocupa el primer plano de la escena social, la tendencia a la reducción del tiempo de trabajo se detiene claramente. De hecho el sistema de negociación colectiva pareca bloqueado precisamente por la reivindicación sindical de reducción del tiempo de trabajo.
A partir de esta momento las derogaciones ganan por la mano en lo sucesivo a la norma, y la exigencia de flexibilidad de los empresarios introduce progresivamente una nueva "lógica derogatoria". Esto afecta tanto al tiempo de trabajo como a la extensión del trabajo a tiempo parcial y de los contratos de duración determinada. Con la crisis una doble evolución marca las relaciones colectivas de trabajo: una fragmentación de las negociaciones a nivel de empresa y la multiplicación de las excepciones. En otras palabras, la protección social resultante del compromiso de la posguerra se considera rígida ahora y la flexibilidad reivindicada por los empresarios, reside en su supresión o en su flexibilidad. El tema sindical de la reducción del tiempo de trabajo se olvida progresivamente en beneficio de la demanda patronal de flexibilidad del tiempo de trabajo.
Las tendencias a la flexibilidad se sostienen por la propensión creciente da las mujeres a trabajar y por la aparición de empleos específicos. Efectivamente el avance considerable realizado en materia de trabajo femenino tiene por contrapartida la situación de inferioridad de las mujeres en el empleo y al desarrollo considerable del trabajo a tiempo parcial.
Con el giro coyuntural de 1985, año en el que por primera vez desde 1972 el desempleo disminuye, se asiste a una reanudación de las negociaciones colectivas interprofesionales y sectoriales. En consecuencia, aunque la posibilidad da introducir regímenes flexibles de trabajo sigue existiendo, éstos se sitúan bajo el control más centralizado de las organizaciones sindicales y patronales.
