Está suficientemente constatado que la violencia que se ve a través de la televisión provoca trivialización de actitudes, comportamientos violentos, insensibilización ante el dolor ajeno y una concepción de la violencia como parte sustancial de la vida. Los efectos sobre la infancia son más sangrantes, porque se produce sobre individuos en pleno proceso de crecimiento y formación de su personalidad.
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