La política del transporte se enfrenta hoy a unos retos nuevos en los ámbitos económico, social, territorial y ambiental. El nuevo Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte (PEIT) se propone ordenar la difícil transición entre una política volcada en la construcción de grandes infraestructuras a otra que haga de la optimización de los recursos existentes y de la gestión eficiente de los servicios los elementos básicos de la acción pública. Una transición similar a la que se enfrentan la mayoría de nuestros socios europeos, y que pone el acento en los resultados ambientales y en la calidad de los servicios de transporte más que en el volumen de las inversiones realizadas.
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