La restauración de la Sinagoga del Tránsito comenzó poco tiempo después de ser declarada Monumento Histórico Artístico en 1877. La primera intervención, a cargo del arquitecto Santiago Martín Ruiz y del escultor Francisco Isidori, se centró principalmente en la decoración del interior, pero por problemas económicos y legales se paralizaron las obras. Años más tarde, Arturo Mélida elaboró un segundo proyecto que sólo llegó a realizarse en parte. Diversos motivos retrasaron la restauración durante décadas, hasta que a principios del siglo XX el Marqués de la Vega-Inclán y el arquitecto Eladio Laredo retomaron los trabajos, devolviendo a la Sinagoga su primitivo esplendor.
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