La vida es un espacio de encuentro y desencuentro entre creyentes y no creyentes. Se apoya esta convicción en la convergencia existente entre amplios sectores de la sociedad y la iglesia por la preocupación por el hombre, por la conciencia de tolerancia y respecto que caracteriza este final siglo, y, por ultimo, por las graves amenazas que acechan la dignidad de la persona humana. Después de fundamentar esto el autor, lo describe y propone los siguientes criterios operativos para la actualidad: consenso ético presencia transformadora y militante de todas las esferas de la creación artística y científica ; mantener la primacía de la ética sobre la economía y la política ; evitar la manipulación y engaño en los medios de comunicación social, y la búsqueda común y el consenso en los medios para favorecer la dignidad de la persona.
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